CIVISMO EN ACCIÓN
Civismo en acción
20/07/2017
Por: Víctor Maldonado C.
Desde hace más de cien días los venezolanos están
inmersos en una nueva experiencia ciudadana que, Michael Randle llama “no
violencia estratégica”, es decir, una resistencia civil no violenta que tiene
como objeto dar un vuelco, o cambiar radicalmente el sistema político y social.
Algunos, los que están en el poder, se oponen a reconocer la validez del
intento, pero la verdad es que los gobiernos se miden por su eficacia, es
decir, por la capacidad que demuestran en resolver efectivamente los problemas
básicos de la gente, como comer completo, pensar lo que les venga en gana, y
tener garantizadas sus libertades a ser, tener y producir, al amparo de condiciones
de marco legales, que operen a favor del ciudadano y no en contra. Le guste o
no al régimen, el inventario de los derechos humanos, proclamados
universalmente, se ha convertido en un dedo acusador, que no cesa de exigir una
vuelta a la cordura. Desgraciadamente los que están al frente del país no están
dispuestos a conceder nada que les perturbe sus ganas de concentrar todo el
poder. Pero el intento no les está resultando nada fácil, sobre todo porque se
están desgastando aceleradamente, al no entender que el uso de la fuerza bruta
es un corrosivo altamente eficiente de las posibilidades de mantenerse a largo
plazo.
Estos últimos días se han logrado éxitos cívicos
indiscutibles, entre los que resaltan el plebiscito y la huelga ciudadana.
Todas estas iniciativas han demostrado dos aspectos que resultan cruciales para
aquellos que quieran mantenerse en el poder. El primero, que los gobiernos
necesitan más al pueblo, que el pueblo a los gobiernos. Lo segundo, que sin una
mínima legitimidad institucional, no hay régimen que pueda persistir. Y la
verdad es que ni una cosa ni la otra las tiene a favor el gobierno actual. De
un gobierno ineficaz no puede depender nadie, y precisamente esa ineficacia se
da porque las instituciones no están haciendo lo debido, o están comprometidas
con el civismo en acción. El saldo es la paralización económica. Por eso, la
acción cívica que millones de venezolanos están protagonizando se traduce en un
esfuerzo colectivo de deslegitimación, que procura desafiar la validez de un
gobierno ineficaz, y que lo priva de su principal fuente de poder: la
colaboración de la sociedad para su sostenimiento.
El régimen sabe que no las tiene todas consigo. La
realidad es una atroz acusación que no cesa de exigir cambios y
rectificaciones. Sin embargo, el gobierno luce incapaz de imaginar una solución
diferente al socialismo interventor y autoritario, que se vale de unos pocos
cuadros, altamente ideologizados, para administrar represión, y mantener una
persecución ineficaz en el intento de lograr atajar la crisis. El discurso
oficial está agotado de realidad y altamente sesgado por el resentimiento. Pero
en algún momento van a sentir el vacío de los que no tienen sustento, y esa
será la oportunidad para implementar el cambio que todos aspiran.
¿En que consiste ese cambio? Democracia, libertad y
justicia son sus indicadores más conspicuos, luego de tantos años de trama
populista que nos ha arrinconado en la miseria y el autoritarismo. Por querer
lograr lo que el régimen no quiere dar, los ciudadanos siguen activados, y se
mantendrán así hasta que no haya ninguna alternativa que conceder el cambio que
todos exigen.
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