Manual para resistir con éxito

14/12/2016
Manual para resistir con éxito
Por: Víctor Maldonado C.
e-mail: victormaldonadoc@gmail.com

Hay que leer bien lo que está aconteciendo y ser capaces de calibrar la ocurrencia de situaciones y circunstancias que en un principio solo se asoman muy discretamente. En eso consiste la capacidad de anticipación: En ganar tiempo con el fin de intentar una respuesta estratégica a aquellos factores que son capaces de afectar el desempeño de una organización.

Si las estrategias de la organización no son congruentes con lo que está ocurriendo en el entorno terminan siendo letra muerta. Si la realidad es altamente turbulenta y la tasa de cambio es abrumadora, entonces no hay otra alternativa que el monitoreo constante de lo supuestamente inesperado. Nos guste o no hay que imaginarse lo peor que pueda ocurrir y tener prevista una respuesta apropiada. No suele ser agradable a nadie imaginarse en la peor circunstancia. Por lo general nadie se siente especialmente incurso en temas como los que son propios de los empresarios. Pero ocurren y por lo tanto lo más aconsejable es desarrollar esa presciencia que permite tener al menos una mínima posibilidad de salir airosos.

Los gerentes son optimistas por naturaleza. Esa disposición de ánimo les permite encarar el desafío empresarial y mantener el barco a flote. No se dan por vencidos tan fácilmente y siempre creen que existe esa rendija de oportunidades por la cual pueden colarse. Pero así como el buen ánimo es una ventaja también puede llegar a ser una debilidad si encubre la negación y la evitación de situaciones extremas. Por lo general los empresarios son excelentes para asumir los desafíos de la innovación, la competencia, el marketing, las finanzas y los controles. Y no tan eficientes para el manejo de contingencias políticas y las de un régimen empeñado en considerarlos como enemigos de la patria. Pero hay que ser sensatos. En Venezuela esas cosas también ocurren. Por eso mismo dicen que el realista es un optimista bien informado, que incluso sobre la base de la información que maneja puede tener momentos de transitorio pesimismo, sin que se deje vencer por la fatalidad. De eso se trata, de manejar los datos para poder maniobrar las situaciones difíciles.

Una relectura de los últimos momentos del Titanic puede darnos luces sobre los efectos de la insensatez. Recordemos que todos presumían que el barco era insumergible. Así lo afirmaba el lema de la White Start Line sobre su navío más grande y lujoso. Si lo decían sus dueños debía ser verdad. Por eso mismo se desencadenó en una trama de descuidos, retardos, prepotencias, incredulidades y deficiencias de diseño que al final provocó el desastre conocido por todos. La moraleja es obvia. No te pienses invencible. No te creas intocable. A ti también te puede pasar. ¿Estás preparado?

¿Cuáles son las conductas estratégicas que las empresas necesitan para contrarrestar la tentación de la complacencia? Miles y Snow (2002) sugieren que son cuatro Yo le añado una más para llegar a cinco.  La primera es la “conducta prospectiva” especializada en la investigación continua sobre lo que está ocurriendo en cualquiera de las dimensiones del entorno, incluso aquellas que suelen ser apreciadas como lejanas y de poco impacto. Un gerente debe tener espacio en su agenda para consolidar ese tipo de informaciones e irse elaborando una versión de las condiciones de su entorno.

 La segunda es “la “conducta defensiva” enfocada en la reducción de costos de las áreas estables de la organización y en la liberación de recursos humanos y financieros para atender posibles contingencias. El esfuerzo debe aportar holguras que faciliten el cambio súbito dentro de márgenes apropiados de lealtad al propósito de la organización.

La tercera es la “conducta analítica” que produce nuevos repertorios de conducta con capacidad de encarar el advenimiento de nuevas situaciones. Hay que desarrollar protocolos de simulacros de cada uno de los escenarios más adversos de tal manera que si llegan a suceder la reacción sea la más apropiada. No deje de interrogarse sobre ¿qué pasaría si…?

La cuarta es la “conducta reactiva” que mantiene en funcionamiento los procesos estables, contrarresta los cambios súbitos y mantiene a la organización conectada con rutinas esenciales. Se debe garantizar que la empresa siga cumpliendo sus objetivos con la menor fricción posible. Y así como ciertos roles deben estar prestos para la novedad, otros deber estar disponibles para seguir como si nada espectacular estuviese ocurriendo.

La quinta y última es la “conducta anti-entrópica” que instrumenta con agilidad y rapidez nuevos repertorios de conducta para compensar a una organización en caso de sufrir una crisis. Esta última deberá compensar con eficacia la perplejidad del momento y colocar a la empresa en condición de defenderse. Es la instrumentación operativa de lo anteriormente previsto y se presenta como síntesis de todos los esfuerzos anteriores. Si la empresa tiene una buena “cultura antisísmica” los daños serán menores y la posibilidad de restablecer la normalidad será inmensa.

Una bitácora de recomendaciones

Está de más decir que vivimos tiempos difíciles. Pero estamos condenados a sobrevivirlos. Los que triunfan se ríen, dijo Otelo, y el que ríe de último ríe más y mejor. Esa debe ser nuestra aspiración porque la vida no es otra cosa que una sucesión de experiencias en la que las últimas suelen hacernos olvidar las primeras. Sin embargo, es más fácil decirlo que vivirlo, y por eso mejor tener una bitácora de recomendaciones para no cometer errores y no sufrir de más.

1.       No caigas presa de la confusión. Actúa con arrojo, pero no con ceguera. Organízate en el marco de un grupo de referencia con el que puedas interactuar como parte de un equipo de crisis. No actúes en solitario. Traza un plan de acción completo, con alternativas en reserva, aprovecha las oportunidades en cuanto surgen, ten presente a los grupos que van a ser afectados con tus decisiones –tu familia, tus compañeros y amigos, tus socios- . Y piensa con creatividad.
2.       Tómate en serio, asume con seriedad tu rol, no cometas el error de la evasión y redobla tus esfuerzos para mantenerte a flote, aun cuando estés nadando contra la corriente.
3.       Enfócate. Tienes que ser capaz de discriminar lo verdaderamente esencial de lo accesorio. Recuerda que lo esencial está relacionado con tus valores, tus afectos, tu capacidad productiva y tu autoestima. Se trata de asumir como propia la recomendación del jardinero de Ricardo II: “podamos las ramas superfluas para que puedan vivir las ramas que den fruto”.
4.       Afírmate en razones trascendentes y encuentra razones en tus valores y las cosas que aprecias. Escribe y ten presente un inventario de razones y argumentos que te impulsen a resistir, ingeniar, innovar y trascender el mal momento. Da la mejor cara y no te dejes vencer por la amargura. El que se amarga pierde.
5.       Frente a los problemas y la turbulencia del entorno mantén una disposición dialógica. Consulta, pregunta, pide opinión y no tengas miedo en sacar tus propias conclusiones luego de deliberar y discernir concienzudamente.
6.       No confundas desesperación con rapidez de respuesta, ni miedo con capacidad de reacción. La anticipación es diferente a la desbandada. Coraje y capacidad para tomar decisiones son las dos herramientas básicas para afrontar los desafíos de la turbulencia. El coraje no tiene que ver con improvisación y la capacidad de tomar decisiones no es lo mismo que la imprudencia. Solo si primero piensas mucho, en la oportunidad que debas puedes actuar rápidamente.
7.       Escucha las opiniones de los demás y respeta sus miedos, pero no olvides que tienes la obligación de modelar. Como directivo, gerente, profesional, compañero, padre, esposo o hijo tienes que saber que como dijo W. Shakespeare “los príncipes son el espejo, la escuela, el libro donde aprenden, donde leen, donde se miran los ojos de los súbditos” (La violación de Lucrecia).
8.       Pregúntate todos los días qué hay de nuevo. Y sobre la base de los nuevos datos reordena tus ideas, perfecciona tu enfoque y mejora tus planes. Solo así se puede desarrollar capacidad para procesar y penetrar el entorno, manteniendo la firmeza en los objetivos y la flexibilidad en los medios. Asume siempre como factible que una desventura puede transformarse en una oportunidad.
9.       Gestiona los riesgos. Una cosa es aceptarlos y otra muy diferente en manejarlos. Manejar la turbulencia del entorno es equivalente a disminuir la ocurrencia de lo que no se desea tanto como asegurar la mejor circunstancia posible.
10.   Reorganiza tus finanzas para mejorar tu cobertura. Salud, seguridad y aseguramiento patrimonial serán más importantes que el monto de los ingresos. Recuerda la fábula infantil de “los tres cerditos y el lobo feroz” y pregúntate qué es lo que debes hacer para tener un refugio sólido y capaz de resistir las arremetidas depredadoras de la coyuntura turbulenta. Recuerda que estar preparado para los posibles ataques del entorno te provoca una ventaja táctica enorme.

Finalmente vale la pena recordar lo que W. Shakespeare puso en boca de Hamlet: “No hay nada ni bueno ni malo, solo el pensamiento lo vuelve así”. Así que todo es cuestión de actitud.


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