¿Y si sueñas?



25/11/2016
¿Y si sueñas?
Por: Víctor Maldonado C.

La vida parece a veces un sinsentido. Unas ruinas circulares, un laberinto, un sacrificio inútil, una decepción retrospectiva. Un desengaño. Un cansancio. Una huida que tiene que comenzar a ser. Un insomnio que agota. Una condena a repetirnos. Un hastío. Un vacío. Una catástrofe en la que nosotros somos nuestros propios damnificados. Un colapso. Esa es la narrativa de una crisis que solo parece acentuarse y que nos tiene a todos extenuados.

Sin embargo, la vida tiene todo el sentido que nosotros podamos darle. Esa es la primera condición ética para afrontar la adversidad. El saber que aun en los peores momentos seguimos siendo nuestros dueños. Amos de nuestro presente y delineadores del minuto siguiente.  Cada quien es su propio escultor y su mejor artista. Cada uno es su propio requisito. Se trata de descubrir cuál es el propósito que toda persona tiene. La vida es una experiencia siempre inédita. Vamos siendo y nos vamos dando cuenta de que somos algo más de lo que nos imaginamos. Somos una frugal resiliencia, imbatibles y con una gran capacidad para la recuperación. En eso consiste el sentido de la vida.

Los proyectos de vida se ponen a prueba en la adversidad. Es la constatación de que entre su esbozo y su instrumentación pasan cosas. Hay buenas épocas que funcionan como el viento a favor, tiempos estancos en donde no parece ocurrir nada, y épocas turbulentas donde todo parece siniestro. En todos esos momentos hace falta un conjunto de indicadores que nos permita mantener el rumbo. El primer indicador tiene que ser los grados de libertad que necesitas para ser productivo sin perder esencia y dignidad. Puede cambiar la velocidad, puede haber retraso, lo que no debería ocurrir es el cambiar la ruta y comenzar a recorrer el itinerario de otros. Ser libre significa preservar la capacidad para la autodefinición.

Toda persona tiene que ser capaz de soñarse. Todos tenemos una misión. Todos deberíamos poder cumplirla, cada quien a su manera y a la velocidad que le permitan las circunstancias. Para lograrlo, la libertad es una condición y un atributo. Para ser libres necesitamos que los demás no sean un obstáculo, pero también debemos sentirnos capaces de serlo. Por esa razón el impedimento más importante para la concreción de nuestras aspiraciones es el estado autoritario, intervencionista, ilimitado, entrometido y castrador de la libre iniciativa. Aspirar a nuestro futuro tiene como prerrequisito la limitación de los gobiernos, el esfuerzo de contenerlos para que no sean ellos el muro infranqueable que evita alcanzar nuestros sueños.

El segundo indicador es el coraje. Asumir que el futuro tendrá nuestra impronta y que el miedo es un inhabilitante que coloca como obstáculos nuestros propios temores. El compromiso es soñarnos con valentía, asumiendo la responsabilidad de ir decidiendo a favor de nuestro propio rumbo, si es posible, con buen humor, intentando una sonrisa, conjurando el demonio de la desesperanza y felicitándonos por los avances, aunque sean pequeños.

El tercer indicador es la experiencia. Convertir en victorias la forja del carácter que se fragua en las dificultades.  Sin caer en la turbulencia, sin ser parte del caos, significarlo, asumirlo y luego sacar todas las enseñanzas que estos trancen posibiliten. Probablemente aprendamos que no podemos seguir apostando al populismo, que no hay ganancia en encomendarnos a un caudillo, que “no hay almuerzo gratis porque todo tiene su precio, y hay que pagarlo”, que no existen los milagros, que de la improvisación solo queda el cansancio, y que no hay período, por duro que sea, que no se pueda superar. Hay que vivir y sobrevivir para contarlo.

El cuarto indicador es el compromiso. La autorrealización es una medida de la constancia con que asumas los logros asociados a tu proyecto de vida. La vida exige tenacidad y sensatez. No tengo dudas de que el futuro luminoso estará en manos de aquel que resiste, aunque se tenga que encorvar. El que no se queda en la sensación, sino que trata de ver más allá, aunque todo luzca muy oscuro. Viktor Frankl decía que “si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. Hay momentos en que todo se reduce a resistir.

El quinto indicador es tautológico. Solo puede soñar el que se atreve a seguir soñando. Por eso, en estas circunstancias tan duras, que además van a empeorar, no hay otro aporte posible que el optimismo con que tenemos que asumir esta dura prueba, sabiendo que siempre hay un después, y que en ese estadio todo parecerá simple, sencillo, superable.

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