Las Ventajas de una Economía Abierta


                                                
Las ventajas de una Economía Abierta
17/12/2016
Víctor Maldonado C.
La libertad es la esencia de la política. Ser libres, poder vivir y tener, poder hablar y comer, todas ellas son sus expresiones cotidianas. Todas ellas tienen la condición de encontrar razones suficientes para olvidar el enfrentamiento primitivo y asumir con vigor el infatigable trabajo del país amplio, incluyente y generoso en oportunidades que solo es posible mediante el esfuerzo conjugado de los ciudadanos, logrado en una economía abierta, competitiva, centrada en la productividad, capaz de integrar a todos aquellos que quieran realizar sus proyectos de vida. Solamente con una economía capaz de ser el espacio para que todos construyan sus propios argumentos de libertad termina siendo posible la condición espiritual para practicar la unidad, la reconciliación y la justicia, la única oportunidad para no volver a ser lo que hemos sido.

Los países no cesan nunca. El nuestro tampoco. Ni de soñar ni de luchar. Pero hay que concordar cual es el camino recto y cuáles son los laberintos de la perdición. No hay ninguna oportunidad para la prosperidad al margen de una economía abierta. Una sociedad abierta no es posible sin una economía de mercado. Sabiendo eso proponemos una apuesta innegociable sobre tres aspectos cruciales: 1) El valor del libre mercado. 2) La importancia del emprendimiento individual y la responsabilidad personal fundada en la libertad y 3) La preeminencia de la obligación que cada persona despliega consigo mismo, con su familia y con la independencia de su país. Son, como se aprecia, fundamentos morales que se deben aplicar como proyecto político y como compromiso personal centrado en la competencia, responsabilidad e integridad.

La libertad es siempre un logro contingente. Siempre tendrá enemigos, nuevos y viejos, que intentarán ayuntarse para derribarla y esclavizar pueblos enteros. No es solo el florido discurso del socialismo, lo es también la demagogia de los estados rufianes, el capitalismo de compinches que se especializa en el robo y en el fraude, y el terrorismo. Todos esos adversarios del hombre y su dignidad solo pueden ser contrarrestados “con bases morales con el que restaurar la honestidad en la política, la responsabilidad personal, el orgullo nacional, la reverencia a nuestro pasado y el respeto por el futuro”. Empresas y países que carecen de estos aspectos están condenados a la vileza y a su desaparición. Las sociedades abiertas con economías de mercado son un proyecto ético de mejora ciudadana y de despliegue de la libertad. En este sentido el inventario de sus ventajas es el siguiente:
1.       El hombre tiene el derecho a que su vida sea respetada por otros hombres y también el derecho de procurarse los medios de subsistencia necesarios para conservar su vida. En eso consiste la dignidad del ser humano.
2.       El hombre solo será digno si es propietario, sin cortapisas, del fruto de su trabajo, y cuando sea el caso, de los medios empleados para producirlos.
3.       El hombre tiene derecho a ser libre. Y no es libre quien no es dueño del producto de sus esfuerzos. No es libre el hombre que depende de otros, o de la sociedad, o del estado, para sobrevivir.  Un ser dependiente difícilmente es libre.
4.       Mercado abierto y estado limitado en sus poderes y en sus atribuciones, son las características básicas de una sociedad de hombres libres. El estatismo es aplastante y depredador. No hay forma de hacer transacciones dignas y estables con la fuerza.
5.       Una economía eficiente maneja el problema de la escasez, permite tomar decisiones apropiadas y tiene como resultado un aumento constante y real de la riqueza social por la que las mayorías van alcanzando un mejor nivel de vida. Sus premisas son el libre mercado, la garantía de la propiedad plural y la plena vigencia del estado de derecho. Modelos mixtos no son viables.
6.       Los Estados no estabilizan la economía. Las desestabilizan y luego culpan al mercado. El gasto público, el déficit presupuestario y la colección de proyectos públicos inútiles son la evidencia de que los gobiernos deberían abstenerse y/o limitarse en la economía. No hay alternativa sana a la promoción del esfuerzo privado, la preparación técnica, la frugalidad, la austeridad, la productividad y el ahorro. Cualquier otra promesa es un fraude.
7.       La pérdida de la libertad económica (aun cuando se produzca lenta y progresivamente e independientemente del fin que se persigue) lleva a la pérdida de la libertad política y del resto de las libertades del hombre, al autoritarismo, a la estatización de toda la vida de la gente común, a la dictadura no del proletariado, sino de una élite partidista todopoderosa, omnisapiente y muy minoritaria.
8.       Hay que aprender a pensar la economía con sensatez, serenidad y buen juicio. Los pragmatismos y los pragmáticos someten a las sociedades a la vivencia difícil de un arroz con mango que provocan males tan brutales como el desempleo y la pobreza.
9.       El pragmatismo venezolano, la aparición de injertos de morrocoy con gallo, solo se pueden contrarrestar con una visión de lo que han sido los sistemas de pensamiento económico y de cómo ellos afectan nuestra acción productiva y nuestras vidas. La ignorancia económica de los ciudadanos es el abono para que demagogos, populistas y cultores de su propio poder hagan estragos.
10.   Todo proteccionismo mercantilista es el resultado de una asociación entre inmorales que se aprovechan de su poder y de su posición.  Además de ser un pensamiento obsoleto es la excusa para hacer una economía de los peores y de los cobardes, que no se atreven a la competencia, ni resisten la innovación.
Los que creemos en la libertad nos oponemos a cualquier invasión de los derechos de propiedad, y por lo tanto objetamos cualquier interferencia gubernamental en los derechos de propiedad, o en los derechos de libre mercado a través de controles, regulaciones, subsidios o prohibiciones. La experiencia del intervencionismo estatal es que impide el despliegue de la empresarialidad y nos somete a tener poca producción y muchos empleos de mala calidad. Las sociedades viven mejor cuando los ciudadanos tienen derecho a la propiedad privada sin tener que sufrir la depredación agresiva de los gobiernos. Las mejores sociedades son aquellas que constituyen un país de propietarios, de economía abierta, sociedad fundada en la convivencia pacífica de los que son diversos, con un estado de derecho que respete la condición humana del individuo sin subordinarlo a ninguna entelequia colectivista, con movilidad social y oportunidades para aquellos que son productivos, fundada en premiar la responsabilidad individual, y benevolente con aquellos que quedan rezagados.


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