Confianza e integridad

Confianza e integridad
24/10/2017 
Por: Víctor Maldonado C.
 
Vivimos una crisis de confianza. Es propia de las sociedades que han sido despojadas del estado de derecho, y son víctimas del desguace institucional. La desconfianza no es otra cosa que la imposibilidad de predecir la conducta social, lo que obliga a encender todas las alarmas de la sobrevivencia. En ausencia de confianza no hay prójimo, sino la tragedia de ser oveja entre lobos, siempre pendientes del daño posible, atentos a la violencia que se anuncia como un nubarrón y respecto del cual nada se puede hacer. Sin confianza no hay reciprocidad imaginable. Todo se reduce a una relación de uso a destajo, en la que supuestamente nadie tiene que agradecer a nadie el esfuerzo de intentar la mínima solidaridad. Rige el fraude, también la violencia que a veces se expresa en el uso puro y duro de la fuerza, y muchas otras en la extorsión y cualquiera de las versiones de amedrentamiento social o psicológico. En ausencia de confianza no hay amor posible, porque la caridad siempre va a ser una virtud que se fundamenta en el reconocimiento del otro como sujeto digno y apreciable. 
 
Se es confiable cuando se es íntegro. Obra con integridad quien actúa conforme a principios y valores trascendentes. El líder íntegro y confiable modela con el ejemplo, y a pesar de las complejidades de la vida, siempre decide a favor de sus valores. Cuando se es honesto el líder entiende que sus seguidores van a estar atentos a lo que hace, a la forma como resuelve dilemas y problemas, cuáles son los criterios que utiliza para estar disponibles y ayudar a los demás, y cuantas veces ha caído en contradicción. La integridad es un hábito arraigado en el carácter de la gente, que hace natural la consistencia. No puede ser una impostura. 
 
Los compromisos son para vivirlos, no para declamarlos. Si prometes algo, debes cumplirlo. Por lo tanto, un líder integro no suscribe responsabilidades que no puede cumplir, y se cuida de asegurar los tiempos y recursos necesarios para llevar a cabo una tarea. De la misma forma, el líder es cuidadoso en el cumplimiento de su agenda y las citas que ha acordado. Si necesita más tiempo, lo pide, y explica los por qué. Si tiene que reagendar, lo hace en los tiempos apropiados para causar el menor daño posible. Ni la procrastinación ni el perfeccionismo son excusas suficientes para retardar un proceso o reprogramar un compromiso. La integridad considera a los otros como contrapartes importantes, a las que se cuida. 
 
Nadie que tenga principios socava a los otros para obtener sobre el daño ocasionado ganancias indebidas. Un líder congruente no mejora su imagen a costa de la reputación de los demás. Dentro de las organizaciones los líderes practican una relación de equipo, con ganancias compartidas y un reconocimiento franco del mérito y aporte personal. Por eso se cuida de hablar a espaldas de los colaboradores, propagar rumores y hacer insinuaciones tendenciosas. Tampoco cuestiona la trayectoria, inteligencia o competencia de los colaboradores. Y mucho menos construye y difunde versiones tergiversadas de los hechos. Se cuida de hacer comentarios ácidos o sarcásticos. Comprende que su reputación se juega cotidianamente en el trato que da a los demás. 
 
Si el líder se equivoca, acepta su responsabilidad por las consecuencias de sus actos. Cuando ocurre transita el proceso de pedir disculpas, reparar el daño y compensar a los que se vieron afectados. No se comporta a la defensiva, ni busca “chivos expiatorios” a quien cargarle la falta. Asume la experiencia como una nueva oportunidad para el aprendizaje, y se enfoca en buscar las razones por las que incurrió en la equivocación, para comprender qué y cómo ocurrió, con la finalidad de intentar que no vuelva a pasar. No hay mejor modelaje que ver a un líder asumiendo sus errores, y actuando en consecuencia. 
 
La congruencia es una fortaleza del carácter. Phillip Holden (2000) sugiere que practicarla obliga a veces a ser enfáticos. A continuación, te presento una lista de imperativos asociados al liderazgo con integridad:
 
Aprende a decir “no” siempre que sea necesario. Exige ser tratado con respeto, y trata con consideración a los demás. Pide lo que necesites, pero tienes que estar consciente de que te lo pueden negar.Defiende la verdad y haz lo que creas correcto hacer.Decide con autonomía y responsabilidad si quieres aprender o saber más sobre una determinada cuestión. Exige y haz respetar tu privacidad, así como respetas la privacidad de los demás. Exige el mismo trato y las mismas oportunidades que los demás. Exige ser consultado acerca de las cuestiones que realmente te afectan. Controla tu propia vida con templanza y sobriedad.Ayuda a los demás, si crees que lo necesitan. 
 
Heráclito de Efeso nos legó a los contemporáneos una recomendación que bien vale la pena seguir:  “El alma se tiñe del color de tus pensamientos. Piensa sólo en aquellas cosas que están en línea con tus principios y que puedan ver la luz del día. El contenido de tu carácter lo eliges tú. Día a día, lo que eliges, lo que piensas, y lo que haces, es en lo que te conviertes. Tu integridad es tu destino...Es la luz que guía tu camino”. 
 

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