Asume el protagonismo de tu vida



Asume el protagonismo de tu vida

Por: Víctor Maldonado C.
E-mail: victormaldonadoc@gmail.com
Twitter: @vjmc

Ya hemos caracterizado varias veces la situación del país. El entorno es crecientemente desfavorable e incierto. No conocemos su configuración y nos hace daño la constante tensión para intentar adivinar qué es lo que nos va a ocurrir en el momento siguiente. Las carencias se acumulan, también las decepciones. Caen mitos nacionales, se desmoronan los ídolos y los héroes no suelen ser lo que prometieron. Todo es muy desalentador. Sin embargo, a todos nos toca seguir viviendo.

Vivir no es dejarse llevar. Significa tomar decisiones sobre nuestro acontecer con el fin de mantener el rumbo sin renunciar a principios y valores. A veces, y este es uno de esos casos, requerimos replantear nuestras prioridades y concentrarnos en lo esencial. En estos momentos de alta turbulencia lo más importante es mantener nuestra capacidad productiva. Ello requiere a su vez mucha cordura y capacidad de anticipación.

Turbulencia e incertidumbre son dos atributos de la realidad absolutamente diferentes. El primero tiene que ver con cambios rápidos mientras que el segundo se refiere al desconocimiento incluso de la probabilidad de ocurrencia de ciertos hechos. El saberlo ayuda a aplacar la ansiedad y a decidir mucho mejor. O sea, seremos más acertados si colocamos en la mesa de análisis lo que efectivamente sabemos de la realidad, y también delimitamos el espacio de lo que no sabemos.

Discriminar lo que sabemos de lo que ignoramos requiere coraje. No siempre nos gusta asumir que, por ejemplo, la hiperinflación va a seguir o que los servicios públicos van a continuar su ruta hacia el colapso, o que el régimen no tiene ni quiere respuestas para las necesidades de la gente. Y que sin la participación de los ciudadanos no hay ninguna solución posible. El espacio de incertidumbre nos debería obligar a ser osados y a la vez prudentes. Aprovechar los espacios de oportunidad y no exponernos a riesgos indebidos. Por eso vale la pena tener presente la frase bíblica que modela hacia la fortaleza y la valentía: " No te asustes, no te desanimes. No tengas miedo, aunque te rodean los espinos y las espinas y vives entre escorpiones". El temor aporta poco porque paraliza. Y hay que seguir actuando.

Conocer no es suficiente. Hay que tener propósito. Conservar lo valioso y tratar de sobrevivir a la mala racha con suficientes fuerzas como para renacer con el país. Aquí tenemos varias claves. Valiosa es la familia, los afectos, y el trabajo cuando es estructurante y proporciona sentido. Sobrevivir supone resguardar la salud física y mental, abundando en la esperanza y abriéndole espacios al optimismo. Los pesimistas se amargan, además de leer mal la realidad, a la que cargan excesivamente. Estar preparados para el futuro exige preparación constante y adquisición de nuevas experiencias. Son buenos tiempos para esas aficiones baratas como leer un buen libro, y para esas inversiones que agregan valor a nuestra competencia, como estudiar. El que las cosas anden muy mal no debería ser el incentivo para perder el tiempo.

Las derrotas comienzan cuando perdemos autoestima. Cuando nos dejamos vencer por las tendencias disolventes. Como sabemos que eso es posible hay que redoblar los esfuerzos hacia las razones que ratifican nuestra valía. El éxito consiste en acumulación de logros, pero también en demostrar capacidad para resistir la adversidad. La experiencia del infortunio es una magnífica oportunidad para hacernos más fuertes y mejores. Por eso debemos prevenirnos de la nostalgia y de la melancolía. Santa Teresa de Jesús recomienda al respecto que el remedio consiste en “ocuparse mucho en oficios para que no tengan lugar de estar imaginando que aquí esta todo su mal”. Tiene razón porque la parálisis deprime, y la depresión es un acicate para tomar malas decisiones.

En la Epístola de Santiago hay la solución al dilema que hemos planteado. Algunos se aferran a la convicción de que esto algún día pasará. Se resguardan, pero no aprovechan el momento para encontrarle algún significado a la dificultad. Otros se desconectan y comienzan a vivir para la evasión. Pero de lo que se trata es de asumir la vida en tiempo presente, ser protagonistas de nuestro propio destino y líderes en medio de la gente. Santiago el Apóstol dice al respecto “¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. Entonces no se trata solo de la convicción y el conocimiento que tengamos de esta situación. Debemos actuar.

Hay un himno religioso originalmente interpretado por Mahalia Jackson cuyo título es “How I Got Over”. Ojalá pueda ser pronto una pregunta que hagamos sobre esta época de nuestras vidas:

¿Cómo lo logré? Sabes que mi alma mira hacia atrás y se pregunta ¿Cómo lo logré?

¿Cómo lo superé? Viendo todo lo que vivimos todos estos años sabes que mi alma mira hacia atrás y se pregunta ¿Cómo lo logré? ¿Dime cómo lo superamos, Señor? Tuvimos muchos momentos difíciles- Sabes que mi alma mira hacia atrás y se pregunta ¿Cómo lo conseguimos?

El que no asuma el protagonismo de su vida no celebrará el éxito de haber superado estos malos tiempos.

@vjmc

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