De colapso en colapso.





De  colapso  en colapso.
Por:  Victor  Maldonado  C.
E-mail: victormaldonadoc@gmail.com
@vjmc

La nevera no engaña. Está vacía y es muy difícil llenarla. Vivimos la pavorosa época de la hiperinflación, sin que el régimen asuma la responsabilidad por los costos atroces que genera una política económica que no sirve sino para arruinar los activos productivos del país, y someter a intensas penurias a todos los venezolanos. La gente tiene miedo, porque el hambre no espera la resolución negociada de una crisis que no tiene cómo negociarse. La enfermedad, sin los medicamentos esenciales, tampoco espera a que esto se resuelva mediante un pacto que permita unas elecciones en seis meses. Los enfermos se mueren, los niños sufren desnutrición con efectos irreversibles, las empresas cierran y los productos desaparecen de los anaqueles. Muchos venezolanos huyen despavoridos del país, ya vemos cómo prefieren arriesgar la vida y morir en una balsa maltrecha que seguir aquí donde parece que se niega cualquier esperanza de mejoría. No hay efectivo y la economía se ha envilecido a niveles inauditos. Los sectores informales de la economía están siendo aniquilados por la imposibilidad de transarse en efectivo, y los sectores formales, devastados por años de socialismo, lucen ahora menesterosos e inermes ante la escalada intervencionista que no va a lograr ninguna otra cosa que acentuar más la crisis y abrir abismos sucesivos dentro del abismo que ya vivimos.


Hablemos de causas. La inflación es sobre todo el resultado acumulado de indisciplina fiscal y de un gobierno demasiado grande y demasiado ineficaz. Empresas públicas quebradas, pero que exigen presupuesto, y la práctica soez de un populismo que sigue ofreciendo incrementos y subsidios que no tienen nada que ver con la producción del país, una mayor presión fiscal o incrementos del precio del petróleo. El régimen vive una fantasía distópica de tirar dinero a la calle que manda a imprimir en las imprentas oficiales. O peor aún. Ni siquiera imprime suficientes billetes, y crea una inmensa burbuja de dinero electrónico que no encuentra qué comprar porque no se puede producir.


La escasez es hija legítima de los controles a la economía. Este socialismo expropió tierras que luego no cultivó. Expropió empresas que luego quebró. Y pretende incrementar los costos -por ejemplo, aumentando salarios por decreto- fijando los precios con mano de hierro. Este socialismo se apropió de las divisas del país y controló los cambios, pero no otorgó dólares para importar lo esencial, maquinarias, insumos, materia prima, servicios especiales. Cerrada cualquier posibilidad de producir y saqueadas las reservas, no hay milagro económico posible.
La propaganda dice una cosa. La nevera otra. Este colapso tiene causas en la implantación de este socialismo destruccionista. Y su remedio es salir de este socialismo, antes que sea demasiado tarde.
La nevera no engaña. Está vacía y es muy difícil llenarla. Vivimos la
pavorosa época de la
hiperinflación, sin que el régimen asuma la responsabilidad por los costos
atroces que genera una
política económica que no sirve sino para arruinar los activos produc
tivos del país, y someter a
intensas penurias a todos los venezolanos. La gente tiene miedo, porque el hambre no
espera la
resolución negociada de una crisis que no tiene cómo negociarse. La enfermedad,
sin los
medicamentos esenciales, tampoco espera a que esto se resuelva mediante un pacto
a demasiado
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