Tú eres tu propio plan


Tú eres tu propio plan
Por: Victor Maldonado C.
Twitter: @vjmc

Son tiempos para la revisión del proyecto de vida. Recordemos eso que dice Dick Morris, “si el mundo cambia es tiempo de trazar un nuevo mapa”. Y obviamente estamos en tiempos de cambio. Hemos dicho repetidamente que la sensación de turbulencia, asociada a épocas de deterioro, a veces es respondida con la desbandada. Nada peor que eso. Lo que se vaya a intentar debe ser antes reflexionado. Por eso San Ignacio de Loyola recomendaba que “en tiempos de conmoción, mejor no hacer mudanzas”. Sin embargo, a veces se impone tomar decisiones de cambio. ¿Cómo afrontarlas?

Primera interrogante: ¿A dónde quiero ir? No es necesariamente un cambio de país, ni de trabajo. Se trata de ese viaje interior que corresponde a la satisfacción de tus expectativas de realización. Implica el equilibrio necesario entre mantener tu capacidad de control económico y garantizar la independencia y el control de tu propio destino. Las turbulencias son amenazas de desviación del curso, de la altura del vuelo, de la estabilidad de la ruta. Son tiempos de mayor concentración en el foco.

Segunda interrogante: ¿Qué tipo de sustentabilidad debo tener? No es solamente lo económico, que es demasiado importante. También se trata de satisfacción, felicidad y logros que inventariados constantemente permitan resistir la marejada. Debes aferrarte a “los peros positivos” de cada situación. Por ejemplo, “no es el cargo mejor remunerado, pero el clima de trabajo es excelente”. “No es el mejor trabajo, pero me permite pagar la escuela de mis hijos”. Hay que buscar y organizar las razones para valorar apropiadamente la situación, y sacarle el mejor provecho, dadas las circunstancias.

Tercera interrogante: ¿Qué riesgos y sacrificios exigen las decisiones que estoy tomando? Así como inventariamos las ventajas, también debemos tener presente el marco delimitado de riesgos y sacrificios. Debemos tenerlos presentes, debemos inventariarlos, y dimensionarlos. Solo así logramos tener con claridad la magnitud de la tormenta que estamos sufriendo. Se trata de hacer una lista con las nuevas restricciones, nuevas amenazas, nuevas actividades y nuevos enfoques sobre lo que antes se hacía para salvaguardar nuestra capacidad productiva y no volvernos esclavos de las circunstancias adversas.

Cuarta interrogante: ¿Puedo aceptar esos riesgos y sacrificios que he inventariado? Solo teniendo presente la lista de riesgos y sacrificios podemos responder también si somos capaces de soportarlos. Es un indicador de la propia resiliencia. Solo asumiendo que es posible vivir y sobrevivir a una época de penurias, dándole a cada momento un enfoque realista pero también positivo, se puede ir ganando la batalla a la adversidad.

Quinta interrogante: ¿Cómo alcanzar la meta? Erick del Búfalo (@ekbufalo) hace una precisión que es absolutamente pertinente: “La imperturbabilidad y la "apatía" de los antiguos estoicos pertenecía a un esclavo que se liberó, Epicteto. El "aguante", patético y patológico, y que es lo contrario del estoicismo, es propio de quienes participan activamente de su esclavitud”. No es solamente “aguantar el palo de agua” sino darle sentido a la luz de un propósito valioso que se quiere y se puede alcanzar. Para que esto sea posible es necesario superar la confusión inicial, no perder de vista la ruta hacia el largo plazo, inventariar las propias capacidades y recursos y aterrizar en el cómo se va a intentar: definir el rol; definir los indicadores de logros; definir con quienes.

Sexta interrogante: ¿Es realista la estrategia? Lo que hayas planeado debe tener capacidad para orientar y dar pistas sobre los avances logrados. Las buenas estrategias son definidas y explícitas, capaces de integrar las propias aspiraciones del presente con lo que se quiere lograr en el largo plazo. No hay estrategia buena que sea contradictoria entre el presente y el futuro. Será buena en la medida que satisfaga necesidades, defina un alcance, mantenga claridad en las exigencias de herramientas y recursos, y se hilvane apropiadamente con otras consideraciones estratégicas.

Séptima interrogante: ¿Puede generar la estrategia suficientes beneficios y crecimiento? Si la estrategia es buena debe ser rentable y permitir la resistencia en situaciones adversas. Pero eso requiere que tengamos claro cuál es el rango de nuestras propias ventajas competitivas, en otras palabras, debemos tener muy claro en qué somos buenos y en qué no lo somos tanto. Si eso en lo que decimos ser buenos lo podemos sostener en el tiempo; si nuestra oferta es mejor que la de los demás; si podemos cubrir nuestros costos fijos y si podemos crecer y ganar más espacios.

Una última y reiterada interrogante: ¿Lo puedo hacer? Que hayas concebido lo que debes hacer a nivel de detalle no significa necesariamente que lo puedas llevar a cabo. Debes reflexionar si tienes las energías, el talante, la disciplina y la capacidad de aguante para llevarla a cabo. Y las razones. Recuerda siempre la frase de Epicteto: “No es lo que te pasa, es cómo te lo tomas”.

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