J.J. Rendón: Su secreto es no dejar espacios sin respuesta
J.J. Rendón
Su secreto es no dejar espacios sin respuesta
Por: Víctor Maldonado C.
e-mail: victormaldonadoc@gmail.com
25 de mayo 2010
Hay situaciones políticas que terminan siendo emblemáticas. Del archivo sacamos una vieja entrevista que le hicimos a JJ Rendón en el medio de la campaña que él dirigió en Honduras. Ahora Porfirio Lobo es el presidente, pero en el momento en que hicimos contacto con su estratega, nada parecía tan claro. El contendor de Porfirio Lobo era muy competente, joven, elegante, buen discurso y contrastaba muy bien con la crisis constitucional provocada por Zelaya. JJ Rendón estaba empeñado en descontar ventaja y liderar las encuestas. De todas las entrevistas recientes, en esta es donde se nota con mayor claridad “su secreto”. Cualquier parecido con otras realidades es pura coincidencia.
1. Ya hemos visto las encuestas, y todo parece haber cambiado. ¿Qué nos puedes decir?
Efectivamente. Ya nivelamos la situación, y todo parece indicar que seguimos creciendo. Creo que fue Yogui Berra el que dijo que el juego termina con el último out, y muchos comenzaron a cantar victoria antes de tiempo. En tanto los demás comían el cuento de que todo estaba consumado, nosotros seguimos trabajando. Se conformó un equipo de primera línea alrededor de un candidato de primera categoría. Don Porfirio Lobo es un ciudadano ejemplar, con una hoja de servicios intachable, y un talante que ha sido puesto a prueba más de una vez. Nadie puede poner en duda sus cualidades como Estadista, y además ha estado bajo el escrutinio de la opinión pública por mucho tiempo. Está recogiendo todo lo que ha sembrado, y además en él si se puede creer, con absoluta confianza, que las políticas más exitosas van a seguirse ejecutando en un plano de normalidad democrática, y que no va a caer en la tentación de plegarse por un plato de lentejas.
2. Pero, ¿en qué consiste ese milagro? El último mes ha sido telúrico en términos electorales, y sin embargo tú destilas optimismo y confianza. ¿Qué hay detrás?
Lo que te he dicho otras veces. Disciplina y cohesión. Muchas veces los candidatos comienzan a creer lo que a primera vista pueden palpar. La popularidad es muy engañosa, y el contacto con la gente siempre es muy generoso. Pero en una campaña hay mucho más. El comportamiento de las ciudades puede variar respecto a sectores suburbanos y el mensaje debe tomar en cuenta las peculiaridades de cada localidad. Todo eso hay que considerarlo. Pero sobre todo hay que conectarse con las necesidades de la gente, esfuerzo que va mucho más allá del vínculo populista que nos ha hecho mucho daño. Por ejemplo, los venezolanos mordieron el peine del populismo, y hasta ahora no hemos logrado salir de sus fauces. En ese momento todo el mundo creyó que las relaciones políticas que habían experimentado eran lo peor que podía vivir un país latinoamericano. Ahora todas aquellas situaciones parecen tan leves respecto de las actuales que algunos simplemente no lo pueden procesar. Pero volvamos a nuestros afanes actuales. Los hondureños están muy claros de lo que deben mantener, y también parecen estar claros de las condiciones que debe tener el mandatario nacional que las tiene que administrar de ahora en adelante. La democracia no se le puede endosar a una persona que se deslumbre o que hipoteque el futuro del país para resolver las necesidades del presente. Esos son los peligros que no se corren con don Porfirio Lobo, y el pueblo lo sabe.
Cuando te refieres a lo telúrico me imagino que lo dices por el reacomodo de las preferencias. Eso es más o menos normal, y en este caso todavía mucho más. Una crisis constitucional que ha arropado a toda la sociedad y que le ha exigido tal nivel de penurias y sacrificios no puede sino provocar una altísima volatilidad. El tiempo para las decisiones se comprimió ante una nueva realidad y por eso estamos viendo una reordenación tan acelerada. Estas situaciones siempre pueden ser desconcertantes para los involucrados, y por eso luce tan esencial la figura del estratega político, ese alguien que mantiene la debida distancia emocional y que está a cargo de organizar todo el soporte que acompaña al candidato. Mi marca es la eficiencia. Tomo decisiones con rapidez, y mantengo el pulso las 24 horas del día hasta el final. No dejo espacios simbólicos o comunicacionales sin responder y tengo la capacidad de adelantarme al juego que proponen los otros contendientes, incluso al pulso emocional del electorado. Algunos con menos experiencia que yo, o emocionalmente más involucrados se sienten arrasados y algunas veces no pueden salir de la perplejidad. En ese momento comienzan a gritar “guerra sucia”. Yo me río, porque en ese instante sé que estoy ganando, y ellos perdiendo. Otro aspecto para entender lo que ocurre es que en todas estas situaciones siempre hay que estar pendientes de las iniciativas no solicitadas. Hay errores que cometen los otros candidatos, y que se convierten en momentos culminantes de la campaña, a favor o en contra, y otras veces son grupos que al margen de la estrategia, muchas veces cometen errores que me los cargan a mí. Nada de eso me perturba. Las campañas son como un ajedrez. Los errores del otro si importan, siempre importan.
3. ¿Cómo ves el final de la campaña?
Yo creo que los que ven perdiendo a don Porfirio Lobo no deberían apostar conmigo, porque van a perder. Y esta campaña se convertirá en una referencia latinoamericana. Una referencia de buen trabajo, de trabajo limpio, y de todas las virtudes que tiene la democracia, cuando los ciudadanos pueden elegir entre opciones verdaderamente competitivas.
Para finalizar quiero decir que en Venezuela hay que meterle cabeza a la política. El próximo año hay elecciones parlamentarias, y todo ese proceso no puede seguir siendo una actividad tan mal llevada y tan superficial. Hay opciones de vencer, pero tiene un conjunto de condiciones que hay que cumplir. Hay que “embraguetarse”. Y los que pierden el tiempo en criticarme, más bien deberían hacer conmigo una alianza porque el adversario es otro, es el autoritarismo comunista que nos va a llevar a la ruina y nos va a convertir en los apestados del siglo XXI.
Porfirio Lobo va a ganar, y con eso detendremos por un rato la escalada marxista dirigida y orquestada desde Venezuela. No podemos olvidar que el socialismo del siglo XXI pretende ser una franquicia continental, y juega durísimo en todos los países. No hay país en donde lamentablemente no haya injerencia. Yo que tengo que lidiar con eso, tengo que reconocer que siempre tengo presente que los adversarios pueden tener acompañantes en la sombra que tienen poder de pegada y respecto de los cuales los demócratas tienen que cuidarse.
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