Terquedad Criminal


Terquedad Criminal
Por: Víctor Maldonado C.
Twitter: @vjmc

El país está en el suelo. El desplome es apreciable en cualquiera de las áreas que analicemos. Nada se salva del desmadre nacional. El deterioro es tan grande que no puede ser por casualidad. Tiene que haber algo más, y ese algo más es la doctrina que adscriben los que están al frente del país. Es parte de un destruccionismo por diseño cuya causa raíz es el socialismo del siglo XXI.

Algunos quisieran salvar el origen ideológico de este desmadre, escondiéndolo detrás del ejercicio tiránico del poder, o las escasas condiciones para gobernar que exhiben los que están al frente. Ambas cosas son ciertas, pero no es posible comprender las razones de estar como estamos si no asumimos como parte de la realidad dos evidencias irrefutables: que el régimen se proclama sin complejos y sin opacidades como socialista, y que hay una obsesión demoledora que quiere acabar con todas las capacidades productivas del país para reducir a los ciudadanos a una abyecta servidumbre.

Si no fuera así no podríamos darle sentido a la terquedad criminal con la que se dejan morir a los niños, bien sea porque no comen completo, o porque son víctimas de enfermedades que no pueden superar. La misma obstinación condena a los enfermos crónicos a padecer ese miedo abierto porque no saben si a final del mes pueden conseguir y pagar los medicamentos que los mantienen vivos. Con igual testarudez han asfixiado el sistema de mercado, envilecido el bolívar, practicado la más irresponsable indisciplina fiscal, y perseguido los derechos de propiedad hasta hacerlos irreconocibles.

¿Acaso es reconocible la actual industria petrolera si se compara con la que teníamos hace 20 años? La actual es un escombro a punto de derrumbarse irreversiblemente, con una caída culposa de la producción que nos va a dejar sin ninguna posibilidad de renta. Comeremos consignas, nos alimentaremos de propaganda, nos nutriremos con discursos inútiles, porque en la realidad las cosas son como son, y no se pueden inventar. Ni siquiera la industria petrolera se salvó de la destrucción por diseño, pero tampoco la siderurgia, las cementeras, las centrales azucareras, o cualquiera de las empresas nacionalizadas simplemente para alimentar el ego socialista. Porque allí está el detalle, la terquedad criminal es parte del diseño que nos está asolando hasta el punto de dejar al país irreconocible. Por eso la solución es tan sencilla como radical: hay que salir de esto cuanto antes, confinando esta época al mundo de las pesadillas y malos recuerdos.

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