Un análisis necesario



Un análisis necesario.
Victor Maldonado C.
@vjmc
16/04/2020

El siguiente texto corresponde a un hilo de Twitter que realicé el 16 de abril de 2020.


"En Venezuela hemos sido víctimas, y seguimos siendo víctimas de un tipo muy particular de falacia naturalista que sostiene que las reglas y comportamientos de los grupos dirigentes son moralmente debidas porque son las reglas y comportamientos de las élites.

Dicho de otra forma, toda práctica de las clases dirigentes es modélica. Ellos, su pensar y su conducta, son el modelo inapelable para todos los demás. Ellos se plantean y se convencen a sí mismos de que lo que hacen y la forma como lo hacen es buena y moralmente aceptable.

Obviamente eso nos ha traído hasta aquí. Al rentismo contumaz, por ejemplo; al compadrazgo y el amiguismo como la medida de todas las relaciones. Al "todo vale" que caracteriza cualquier gestión, y por supuesto, a la amoralidad más rancia. Nadie rinde cuentas.

En un país así, los farsantes tienen éxito. En un país que equipara lo bueno con el éxito (sin valorar moralmente los cómo) es muy fácil que los enchufados y similares tengan corte de adulantes, y que los bolichicos pretendan la indulgencia del país.

Pero no nos equivoquemos. Un país así valora en exceso la tragicomedia de quienes dicen que "están dejando el pellejo" mientras miran para otro lado cuando esos mismos tienen hermanos, papás y amigotes metidos hasta el cogote en las redes de corrupción.

En un país así, de adulantes babeados, erotizados por el dinero, buscadores de oportunidades, soñadores de que "los pongan donde hayga", el exigir rendición de cuentas y pedir aclaratorias es indicio de traición.

En un país así, el trajín es similar al trapecista, que no suelta un trapecio sin haber agarrado antes al otro. Una mano puesta aquí, y otra mano puesta allá, pero con el debido impulso. Por eso la claridad no existe. Por eso la tibieza, la mediocridad argumental y el escándalo.

El escándalo ante los que tienen posiciones claras. Porque un país así prefiere la mentira, prefiere ocultar cosas, tiene en los bolsillos esqueletos completos escondidos. La única regla es LA LEALTAD, que es la misma regla de los 40 ladrones de Alí Baba.

Pero ustedes dirán. ¿Acaso la lealtad es mala? Si lo es cuando es amoral y permisiva. Lo es cuando la lealtad es con vistas al botín. Lo es cuando de lo que se trata es del mutuo encubrimiento. Por eso mismo a muchos les es tan complicado cruzar el desierto.

Porque en un país así, amoral, particularista, mafioso, quedarse al margen del sistema de relaciones que te da acceso al botín es quedarse "sin nada". Entonces, ¿En qué consiste el coraje? En decir la verdad y en practicar una moral de interrogaciones.

Da tristeza como se renueva una "intelectualidad" lambucia que se escandaliza ante la verdad y prefiere el acatamiento perruno. Y es que de eso se trata el rito de pasaje para ser parte de la banda. Por eso el éxito de Luis Vicente, pero no es el único que hace méritos.
Pregúntese usted cuántos "intelectuales" arreglan su discurso a la lógica mafiosa del acceso al botín. Pregúntese por los que promueven diálogos, elecciones pactadas, acuerdos para un gobierno de emergencia donde estén TODOS (o sea ellos, con el mismo baremo ético).

Pregúntese si ese pacto con el mal no tiene "costos y precios". Pregúntese por qué los venezolanos debemos bailar al ritmo del colaboracionismo más obvio si ya estamos pagando el sobreprecio del combate más atroz. Pregúntese si para esto ha servido nuestro sacrificio.

Pregúntese si tiene sentido nuestro sufrir de dos décadas para que se renueve con los mismo autores la misma falacia naturalista de un establishment perverso e irresponsable, que es parte de un todo malévolo que nos ha masacrado.

Pregúntese si todo lo que hemos sufrido lo vamos a poner como ofrenda en el altar del cinismo. Pregúntese finalmente si esos que dirigen merecen que callemos y avalemos su desidia, su corrupción, su procacidad y su profunda ignorancia histórica.

Saludos.

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