Carta abierta al político desconocido
Carta
abierta al político desconocido
por: Víctor
Maldonado C.
E-mail: victormaldonadoc@gmail.com
Twitter: @vjmc
14/03/2021
Me atrevo a escribirte y designarte de alguna manera. “Político
desconocido” es una calificación que podría tener muchas acepciones. La primera
es la más obvia pues es la que alude al hecho de que todavía no sé quien eres.
Pero no es solamente por eso que te llamo así. Hay otro significado que se
mezcla y que no puedo dejar de mencionar, no te reconozco porque hace rato que
la dedicación a la política se ha envilecido hasta hacerla extraña a los ojos
de los ciudadanos. ¿Si no eres político, entonces qué eres? Por ahora no vamos
a aventurarnos a una respuesta apresurada. Aunque prometo que al final del
texto tal vez tenga algún criterio que quiera compartirlo contigo.
Si tuviera que comenzar por una pregunta, esa no sería otra que
preguntarte por el país. Pero no aspiro a que me respondas con uno de esos
informes que, en el peor de los casos, llenas de estadísticas a las que les
falta correlación y alguna determinación causal. Me refiero más bien a una
conjura. Te pregunto por el país para recordarte que la política deja de tener
sentido si no tiene como referente algo más que tus propias aspiraciones. Me
refiero al país que has perdido, que se ha alejado de tus preocupaciones y que
ahora luce nada más como una excusa para mantener tu estatus. ¿Y el país?
debería de ser para ti esa trompeta que te convoca a una realidad un poco más
amplia que el cálculo chiquito, ese que te ronda como falsa conciencia cuando
actúas con criterio de cerebro reptiliano, calculando cómo quedas tú ante cada
giro de la situación.
Como no tiene sentido hablar en el vacío nos vamos a referir al caso
venezolano. Vamos para veintitrés años de una derrota tras otra. Como bien
sabes, en política el que gana se lo lleva todo. Los segundos puestos resultan
vergonzosos. Pero en nuestro caso hay un elemento que hace peor toda la trama
de esta época. El país institucional fue desguazado. Y la tendencia nunca fue
otra que instaurar un socialismo totalitario, una versión aún más escalofriante
de lo peor del castro-comunismo. Fuiste ciego ante las evidencias, o te
faltaron cojones (perdona lo escatológico) para asumir lo que venía. Decidiste
acampar en el campo yermo de libertades y derechos y esperar a que cayera el
maná del cielo. Asumiste la ruta electoral, perdiste cada oportunidad,
decidiste comprar a granel toda la argumentación provista por el régimen y te
atrincheraste en unas cuantas gobernaciones y alcaldías.
La confianza que el país depositó en ustedes fue derrochada con cada
oportunidad en la que aflojaron. Me refiero a cuando dejaron de cumplir con lo
prometido o jugaron a dos bandas, diciendo una cosa al país y haciendo otra muy
diferente. Por cierto, eso lo tomaron como costumbre, y así pervirtieron toda
relación con los ciudadanos. En el fondo, escenificar la política, decir los
discursos que convienen, adular al populacho y en simultaneo tener las mejores
relaciones posibles con un ecosistema criminal voraz y depredador, terminó por
engullirlos. No vale la pena aludir a hechos y circunstancias concretas que
todo el mundo conoce. Tampoco insistir en la corrupción en la que han caído y
el daño que les ha provocado el tener como excusa la emergencia y la supuesta
persecución para no rendir cuentas, ni presentar un plan, ni siquiera para dar
excusas razonables. Ni siquiera por falso decoro intentaron presentar un
argumento que vaya más allá de ese gemir falsario que invocan cada vez que
dicen haber dejado el pellejo en la lucha. A mí, en lo particular, me gustarían
más eficacia en los resultados, y superar tanto esfuerzo chucuto y esa
sospechosa insistencia en hacernos recorrer el mismo camino que nos conduce al
mismo barranco.
Lo cierto es que ahora tenemos que lidiar con el peligroso vacío
político. Vale la pena intentar definir mejor el concepto. Me refiero a la muy
peculiar situación en la cual lo que se ha intentado hasta ahora no funciona y
lo nuevo que podría funcionar todavía no ha aparecido. Y eso envuelve no solo a
las estrategias fallidas sino al elenco del fracaso que las ha protagonizado.
Te incluye a ti.
El vacío tiene como indicadores concretos la desafección y el hastío
que en este momento muestra la sociedad, que decidió vivir al margen. También
se representa el vacío en que nadie los ve a ustedes como parte de ninguna
fórmula salvífica. Nadie imagina que la solución que ellos aspiran sea provista
por ustedes. Ni mejoras en la libertad política ni en el bienestar social pasa
por lo que ustedes hagan o dejen de hacer. El vacío es también un abismo de
desencuentros, similar a esa gran sima que impide el encuentro o comunicación
entre los que están en el seno de Abraham y los que sufren el lugar de los
tormentos.
Es un vacío de legitimidad que ya no tiene ni origen ni desempeño a los
cuales aferrarse. La gente sabe que a ustedes se les agotó el tiempo y las
oportunidades y está a la expectativa de cualquier oferta diferente. El vacío
es peligroso porque es el espacio propicio para los oportunistas, los demagogos
y los falsos profetas. Pero esa amenaza no es condición suficiente para seguir
intentando lo mismo con los mismos. Al fin y al cabo, veintidós años es tiempo
suficiente para el veredicto: fallos en peso y tamaño, tibios y mediocres, pendencieros,
pero no valientes, y totalmente ainstrumentales.
El vacío es de sentido y de propósitos. La política y los políticos han
abandonado los por que trascendentales y hecho absolutamente vanos tanto
los esfuerzos como los sufrimientos de millones de venezolanos. ¿Vale la pena
acaso arriesgar algo si ustedes son los directores de una orquesta desafinada,
atonal, de desertores de la decencia y de farsantes del coraje? La política
carece de metas y se mantiene en un “mientras tanto” que ya no satisface,
porque los tiempos de Dios, que son los de la realidad concreta, son cada día
más veloces y arrebatan vida y capacidades al hombre histórico que todos somos,
condenados a la pobreza, el miedo y la precariedad de una existencia desgastada
en este deshacer.
¿Cuál es la intencionalidad del hacer político en este momento?
Lo que dejan colar es un grito muy deshonesto de rendición que recuerda al
sagaz “compañeros, por ahora no hemos podido cumplir con las metas que teníamos
planteadas”. Solo que ustedes ni siquiera lanzan el “por ahora” que resultó tan
funesto en la boca del demagogo. Ustedes se hincan y en la posición más cómoda
posible se entregan a esa violación ritual en la que sacrifican a todo el país.
No hay trascendencia alguna en esa declaración de convivencia descarada en la
que comparten lecho tiranos y tiranizados, víctimas y victimarios, violadores y
violados. Ustedes se quebraron en la esencia del alma. Son conciencias
resquebrajadas e irrecuperables. Es difícil esperar algo más de ustedes, entre
otras cosas porque tampoco les queda pudor.
El vacío también es de propósito. Y en este caso la culpa es absoluta
de parte de quienes han dirigido fallidamente la lucha. Porque ustedes quieren
dar por visto todo este sufrimiento. Los cientos de miles de muertos por
violencia. Los que han sido víctimas de las ejecuciones sumarias practicadas
por los cuerpos represivos. Los que se suicidaron al ver que no podían salir de
la trampa. Los que han padecido hambre, los que han sido golpeados por la
injusticia, los presos y los presos políticos, víctimas de una ausencia
absoluta de derechos y garantías. Los que decidieron irse porque a su puerta
llamaba la desolación. Las familias destruidas en el transcurso. Los niños
abandonados, sin educación y sin mañana. Las universidades devastadas. Las
industrias saqueadas. El vacío de propósito que ustedes pretenden al pasar la
página y al tratar de convivir con el mal, nos niega el derecho a darle sentido
a todo este sufrimiento colectivo. Ustedes tienen las almas rotas.
Porque no se trata solamente de formar parte de los afortunados que tal
vez sobrevivan. Es poder gritar un ¡nunca más! que sirva de consigna y amuleto
a las generaciones por venir. Es escribir la historia con adjudicación de
responsabilidades. Es tener claro quien lo hizo mal y quien intentó hacerlo
bien. Pero a ustedes les falta honestidad para ir más allá del sinsentido del
acuerdo concupiscente y de la ominosa declaración de que están fatalmente
condenados a ser la comparsa del falso realismo que impone un compartir obsceno
que los transforma en meretrices de una tiranía que cabalga un ecosistema
criminal siempre dispuesto a asimilarlos a ustedes. Por eso el vacío es de
sentido, de propósito y de coraje moral.
Insisto, el vacío es un constructo que implica el dejarlos de ver. El abandonar
sus caminos. El no sentirlos como necesarios. El comprender el fraude implícito
en un mensaje que ha perdido valor. El asumir con dolor que ustedes malversaron
tiempos y oportunidades. Que se vendieron ustedes, y que ahora también quieren
vender la verdad, para encubrir al mal, para volverlos “ángeles de luz” a
aquellos que merecerían una eternidad de oscuridad, llanto y crujir de dientes.
Creo que me equivoqué al pedirles alguna vez que concretaran una
estrategia de liberación. Para los efectos de la libertad, el signo de toda
acción promovida por ustedes es la improvisación, pero para mantener el statu
quo, todo parece cuadrar perfectamente, tanto que es casi imposible imaginar
que el fracaso sea producto de mera incapacidad. Las delaciones y la
imposibilidad de adelantar ningún curso de acción sin que el primero en
conocerlo sea el régimen son las medidas de las tuberías subterráneas que
comunican y permiten el flujo de una relación que no se reconoce públicamente,
dada la necesidad de mantener esa ilusión de que el totalitarismo no es tal,
porque sigue habiendo lucha política. Empero la coreografía está agotada, y los
guiones ya los conoce todo el mundo. Combaten sin hacerse demasiado daño. Les
toman rehenes sin que corran demasiado peligro. Lo he dicho otras veces, esta
coreografía de “lucha libre” donde toda la confrontación es espectáculo de simulación
solo mantiene su sentido si mantiene buenos niveles de credibilidad aparente.
Esa época ya pasó.
Ustedes se han hecho acompañar de una sociedad civil cuyas expresiones
han sido penetradas y vencidas por la complicidad, el origen de los recursos
que manejan y las ganas de no dejar de morder tajantemente el trozo de poder
correspondiente. Entre ellas y ustedes no hay ni debates ni exigencias. Una
lamentable comparsa que asiente y consiente todos los garabatos que se
intentan. El Frente Amplio, la última consulta “popular”, el desgaste de las
organizaciones de los empresarios, las universidades e incluso la iglesia,
todos lucen aferrados a un salvavidas sin poder evitar el naufragio. No hay una
referencia al país sino al ustedes, como si ceder, negociar y unirse sean los
únicos verbos de la política buena. Han tratado de recitar un catecismo “apendejeado”
donde el perdón no exige ni contrición, ni enmienda, ni penitencia.
En el caso de los dirigentes de los empresarios, “botaron tierrita” y rompieron
filas. Encabezan una negociación ineficaz hacia una situación imposible. Ellos sueñan
reconectarse dentro de la lógica de un país y todas las modalidades de hacer
empresa, la cubana, sin duda la más lambucia, la rusa que es la más mafiosa, la
china que es la más despiadada, y otras que mejor es no nombrarlas. Ellos son parte de ese repertorio del fiasco en
el que han desempeñado todos los papeles posibles, desde el bufón hasta el
tirano, con el aplauso de quienes esperan que sigan siendo los benefactores
indulgentes y alcahuetas de lo que ustedes se inventan.
Por eso, si le preguntamos a los venezolanos, la mayoría estaría muy de
acuerdo en cerrar el teatro y clausurar el vodevil que ustedes no se cansan de
interpretar. Por eso vivimos la época del vacío. Un país buscando nuevos
intérpretes, agobiado de la farsa y a la expectativa de un obrar que los salve
del péndulo cuyos extremos son la tragedia y la farsa.
¿Y la libertad qué? Sigue siendo una tarea pendiente que requerirá de los
ciudadanos una revisión existencial, incluida la reflexión sobre el que hacer y
un nuevo hacer. El tiempo perdido solo servirá para aprender. Tal vez la
consigna más sana sea que “volvamos a comenzar nosotros, mientras ustedes se
hunden en el mar del olvido”.
Ustedes no son políticos. Son embaucadores que se juegan al país en
cada dado que lanzan irresponsablemente.
@vjmc
Una de las cosas que espero de está experiencia, es que como sociedad y como país dejemos de esperar mesías que nos vengan a salvar. Trabajando y cada uno poniendo su grano de arena desde donde esté. También creo que debemos ser más exigentes con nuestros políticos, más que esperar exigir derechos, servicios, etc. Y salir adelante con nuestro trabajo.
ResponderEliminarEn Venezuela siempre hemos estado esperando un mesías. Ahora nos toca a nosotros, con esfuerzo y trabajo ser nuestro propio mesías y recuperar Venezuela.
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